El capital
internacional está dominando la agricultura brasileña
Por João Pedro Stedile
- ALAI AMLATINA, Julio 2008
El movimiento del capital
financiero
En los últimos años
hubo un proceso intensivo y permanente de concentración y centralización
de las empresas que actúan y controlan todo proceso productivo
de la agricultura mundial.
Concentración es el concepto
utilizado por la economía política para explicar el
movimiento que hacen las grandes empresas, para aglutinar, acumular
y constituirse en grandes grupos. Así, en cada rama de producción
se va generando una situación de oligopolio, donde unas pocas
empresas controlan tal sector. El segundo movimiento del capital es
la centralización, en el que una misma empresa pasa a controlar
solita varios sectores de producción, a veces incluso sin relación
entre sí. Esos dos movimientos lógicos del capital,
ha sido complementado en el sector agrícola con un proceso
de internacionalización del control del mercado y del comercio
a nivel mundial. Es decir, algunas empresas han pasado a actuar en
todos los países y a controlar el mercado a nivel mundial.
Ese movimiento del capital, que
era más perceptible, desde la teoría del imperialismo,
en las grandes empresas industriales, en los últimos diez años
pasó a dominar también el sector agrícola. Y
lo más grave, ahora,
bajo la hegemonía del capital financiero, la velocidad y el
volumen de capital que aportó en la agricultura llegaron con
mucha más fuerza y alcance, de lo que había acontecido
en los demás sectores productivos a
lo largo del siglo XX. Y eso ocurrió, porque en los últimos
años se acumuló en los países ricos, mucho capital
en forma de dinero, es decir capital financiero. Y ese capital se
fue desplazando a la compra de acciones de las empresas más
lucrativas también del sector primario. Así, en pocos
años, por efecto de la inversión de ese capital financiero
en la compra de acciones, la concentración y la centralización
se dieron de forma impresionante.
Resultado
Hoy, casi todas las ramas de la
producción agrícola están controladas por grupos
de empresas oligopolizadas, que se coordinan entre sí. Así,
en la producción y comercio de granos, como la soja, maíz,
trigo, arroz, girasol, están solamente Cargill, Monsanto, ADM,
Dreyfuss y Bungue, que controlan el 80 % de toda producción
mundial. En las semillas transgénicas, están la Monsanto,
Norvartis, Bayer y la Syngenta que controlan toda la producción.
En los lácteos y derivados encontramos a Nestlé, Parmalat
y Danone. En los fertilizantes, aquí en Brasil, sólo
tres empresas transnacionales controlan toda la producción
de las materias primas: Bungue, Mosaico y Yara. En la producción
del glifosato, materia prima de los pesticidas agrícolas, sólo
dos empresas: Monsanto y Nortox. En la maquinaria agrícola
también el oligopolio está repartido entre Agco, Fiat,
New Holland, etc.
Ese movimiento que se desarrolló
a partir de la década de los 90, se aceleró en los últimos
dos años, con la crisis del capitalismo en Estados Unidos.
Las tasas de interés en los países centrales cayeron
al 2% anual, y, comparado con la tasa de inflación llevó
a que los bancos pierdan dinero. Entonces, el capital financiero se
desplazó a la periferia del sistema para protegerse de la crisis
y mantener sus tasas de ganancia. En los últimos dos años,
llegaron a Brasil cerca de 330 mil millones de dólares en forma
de dinero. Parte de ese recurso fue
invertido a través de los bancos locales, para incentivar las
ventas a plazos de inmuebles, electrodomésticos y automóviles,
a tasas promedio del 47% anual. Una locura, comparado con las tasas
de los países desarrollados.
Otra parte del capital fue destinado
a la compra de tierras. Un reportaje de Folha de São Paulo
estimó que el capital extranjero compró, en los últimos
años, más de 20 millones de hectáreas. En especial
en las regiones del centro-oeste y en la nueva frontera agrícola
del llamado Ma-pi-to (Maranhão, Piauí y Tocantis), donde
los precios de las tierras estaban mucho más bajos. Otra parte
enfiló hacia la Amazonía buscando áreas mineras,
proyectos hidroeléctricos y la posesión de inmensas
áreas de biodiversidad que más tarde darán frutos
cuando sean explotadas por sus laboratorios.
En el área de la celulosa,
tres grandes grupos: el noruego (Aracruz), el sueco-finlandés
(Stora Enzo) y el estadounidense (International Paper) desplazaron
toda su producción hacia las ricas condiciones edafoclimáticas
encontradas en Brasil. Así, están previstos una expansión
del monocultivo del eucalipto en toda la región que va del
sur de Bahía hasta la frontera con Uruguay y seis nuevas fábricas
proyectadas. Serán miles de hectáreas de esta plantación
industrial que destruye todo y se transforma en un verdadero desierto
verde.
Asimismo, hubo una elevada inversión
de capital extranjero en la expansión del monocultivo de la
caña de azúcar para la producción y exportación
de etanol. El área de la caña pasó de 4 a 6 millones
de hectáreas. Hay proyectos para 77 nuevas usinas de etanol,
que serán construidas a lo largo de cuatro grandes alcoductos
proyectados para
transportar el alcohol del centro oeste hacia los puertos de Santos
y Paranaguá. Y de la región de Palmas (TO) hacia el
puerto de São Luis (MA). Dos de esos alcoductos son de Petrobras
y dos serán de inversionistas extranjeros.
Aceleraron también sus
inversiones en la producción y multiplicación de semillas
transgénicas, en especial del maíz. De ahí la
presión y el lobby de las empresas Syngenta, Monsanto y Bayer,
para que el gobierno
permita sus variedades de maíz transgénico. Algunas
de esas variedades están prohibidas en Europa, pero por aquí...
¡todo vale!
El agronegocio
Esta avalancha del capital extranjero
en el control de nuestra producción agrícola, en los
insumos y en la expansión de los productos para exportación
sólo fue posible por la alianza entre las empresas mencionadas
y los grandes hacendados propietarios de la tierra. Los hacendados
intervienen con sus grandes extensiones de tierra, con la depredación
del medio ambiente y con la superexplotación del trabajo agrícola,
y a veces hasta con trabajo esclavo, y se asocian subordinadamente
a ellas. Este modelo agrícola, que llamamos como agronegocio,
es el matrimonio de las empresas transnacionales con los grandes propietarios
de tierras. En él no hay espacio para la agricultura familiar,
campesina. No hay espacio para el trabajo agrícola. Pues usan
alta tecnología,
mecanización en todos los niveles y herbicidas. (1)
El resultado ya se percibe en
las estadísticas. Brasil está girando hacia el gran
monocultivo para la exportación. Una especie de re-colonización
agro-exportadora, que recuerda los tiempos del imperio. De las 130
millones de toneladas de granos producidos, nada menos que 110 millones
son sólo de soja y maíz. Para la producción pecuaria
bovina queda 300 millones de hectáreas, para producir para
exportación. Y lo que sobra es un inmenso desierto verde de
eucalipto. ¡Ese es el modelo brasileño! Dará mucha
ganancia a algunos hacendados y a unas
pocas empresas extranjeras. Pero, el pueblo brasileño se quedará
con el pasivo ambiental, con el desempleo y la pobreza.
Las contradicciones afloran
rápido
Las contradicciones de ese modelo
perverso afloraron con rapidez. El precio de los alimentos se disparó,
fruto de la especulación del capital financiero en las bolsas
y el control oligopólico del mercado por las empresas. Se duplicó,
en dólares, en el último año. Los alimentos están
cada vez más contaminados por el uso intensivo de pesticidas.
Y el agro-negocio no logra producir alimentos sanos, sin herbicidas.
Sólo la agricultura familiar y campesina lo consigue. La producción
intensiva de etanol por medio del monocultivo de la caña, no
soluciona los problemas del calentamiento global, al contrario, los
agrava. El mayor problema de los combustibles no es sólo el
petróleo, es sobre todo la forma de transporte individual,
alentada por el capital financiero que presiona por el aumento de
las ventas de vehículos a plazos. Transformaron nuestras ciudades
en un infierno.
Esa forma de monocultivo agota
los recursos naturales, el suelo, el agua subterránea y afecta
la calidad y localización de las aguas. El monocultivo destruye
la biodiversidad y desequilibra el medioambiente de
la región.
Frente a esa situación
es que los movimientos sociales reunidos en la Vía Campesina
de Brasil resolvieron unirse e incrementar sus protestas. En los últimos
meses se multiplicaron las protestas de campesinos en todos los estados
del país. Contra el modelo y contra la actuación de
las empresas transnacionales, como la Monsanto, Cargill, Syngenta,
Bungue, Bayer, etc. Esas protestas han servido como una especie de
pedagogía de masas. Una alerta para que la sociedad brasileña
despierte dada la gravedad del problema y sus consecuencias futuras.
La respuesta de las empresas...
Las empresas extranjeras y sus
perros guardianes nacionales saben de los problemas sociales y ambientales
que causan. Y como no tienen razón en su forma de dominar la
naturaleza, resolvieron enfrentar a los movimientos de la Vía
Campesina con diversas tácticas combinadas. Primero, con campañas
publicitarias millonarias, con artistas famosos, en la prensa. Segundo,
con la manipulación de sectores derechistas del aparato judicial
y del Ministerio público, que adhieren a ellos por ideología,
para que criminalicen, con muchos procesos, a los líderes y
militantes sociales. Y dónde nada de eso resuelve, apelaron
a la represión, en especial en aquellos estados gobernados
por partidos derechistas como en Río Grande Do Sul (2) , São
Paulo, Río y Minas Gerais, donde los gobiernos no vacilan en
utilizar las policías militares en la represión violenta
a los movimientos. Se engañan al creer que ese tipo de problema
se resuelve con publicidad o con represión. Se trata de una
disputa histórica entre dos formas de producir alimentos. Una
que busca sólo el lucro, incluso envenenando la naturaleza
y sus productos. Y la otra que se orienta a la producción de
alimentos saludables como un derecho de toda la población.
Muchas batallas habrán, ciertamente. (Traducción: ALAI)
- João Pedro Stedile es
miembro de la Coordinación Nacional de la Vía Campesina
de Brasil.
NDLR
(1) Sobre el modelo agrícola
brasileño, ver: "Queremos producir alimentos", Vía
Campesina Brasil http://alainet.org/active/24605&lang=es
(2) En el Estado de Rio Grande
do Sul, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) enfrenta
una fuerte persecución judicial: el Ministerio Público
ha llegado a pedir su disolución y varios militantes de
movimientos sociales han sido enjuiciados. Ver: http://alainet.org/active/25134&lang=es