Día
Mundial del Medio Ambiente
Que
la contaminación de ayer nos ayude a evitar la de hoy
Años
atrás, la sociedad montevideana permitió la contaminación
de sus tres principales cursos de agua (arroyos Pantanoso, Miguelete
y Carrasco) por parte de una industria (privada y estatal) que “externalizó”
sus costos ambientales mediante el simple expediente de volcar sus
efluentes industriales, sin tratamiento, a dichos arroyos. Procesos
de contaminación similares ocurrieron en otros ríos
y arroyos del interior del país, afectados por curtiembres,
lavaderos de lana y otras industrias contaminantes.
Mucha
contaminación ha pasado desde entonces bajo los puentes, al
tiempo que ha crecido el nivel de conciencia ambiental de la población.
Como resultado, se ha producido un cambio importante en la sociedad,
que ya no admite que el desarrollo deba necesariamente implicar degradación
ambiental y que exige que el estado asegure que la industria no contamine
el medio ambiente.
Es por eso que hoy, Día del Medio Ambiente queremos alertar
a la población acerca de un proceso más reciente, que
resulta en la creciente contaminación de un número cada
vez mayor de cursos de agua. Ahora ya no se trata de los vertidos
de fábricas fácilmente identificables y por ende controlables,
sino de un modelo agrícola industrial que vierte anualmente
miles de toneladas de agrotóxicos a lo largo y ancho del país.
Lo
cierto es que se están usando enormes cantidades de agrotóxicos
(herbicidas, insecticidas y fungicidas) en grandes monocultivos agrícolas
de todo tipo, entre las que destacan, por su extensión, la
soja y la forestación. No hace falta ser un entendido en la
materia para saber que gran parte de esas sustancias tóxicas
terminarán, más tarde o más temprano en los cursos
de agua. El proceso de contaminación ha comenzado y ya se advierten
sus consecuencias en los miles de peces muertos que cada tanto aparecen
flotando panza arriba en las aguas de ríos y arroyos.
Todavía
estamos a tiempo para evitar la muerte de nuestros cursos de agua,
pero para ello se requiere un cambio sustancial en el modelo agrícola-forestal
vigente, basado en el uso masivo (y en gran medida innecesario) de
agrotóxicos. En el caso concreto de la forestación,
existen alternativas viables para los dos agrotóxicos más
utilizados por el sector (herbicidas y hormiguicidas). En el caso
de la agricultura, se requiere un pasaje gradual hacia un modelo diversificado
de producción que requiera cada vez menos insumos externos.
Ello también es perfectamente posible.
Lo
que no es posible es que los uruguayos permitamos que se repita la
historia ya vivida por Montevideo y otros centros poblados del país.
No podemos permitir que un grupo de empresarios agrícolas y
forestales “externalicen” sus costos ambientales vertiendo
sus efluentes industriales (los agrotóxicos) en nuestras cañadas,
arroyos, ríos y lagunas. Los cursos de agua son patrimonio
de todos y nadie tiene el derecho de destruir lo que no es suyo.
RAPAL
Uruguay
5 de junio 2011